Málaga, 13 de diciembre de 2006 (Santa Lucía)
- ¿Capítulo mañanero? Será matutino.
- Po toma premio.
- Pues si que empieza ustéd pronto con el cashondeito, por la mañana temprano.
- Mañaneramente. Ya que estamos creando adverbios...
- ¿Y la familia?
- Bien gracias.
- Adiós Don Pepito.
- Adiíos Don José.
Si, si... adios Don José... pobrecillo... ¡lo que tiene uno que aguantar por una mísera subvención al I+D+i!
Todo comenzó ayer en el autobús de vuelta al hotel. En él íbamos los madrileños y los sevillanos tras una larga y ardua jornada de meeting: tres coffe-breaks, bacalao a la vizcaína, gazpachuelo malagueño y a partir de las 19:00h nosotros cinqui divagando sobre la integración del proyecto Papaliñá en nuestra plataforma OJETi y bla, bla, bla, bla... Total que salí yo a la pizarra dibujé unas cajitas y unas flechas y dije (muy resumidamente): "Estos son los módulos funcionales y así tenemos que hacerlo".
Silencio. Miradas al dibujo de la pizarra. Más silencio. Rascada de mentones y coronillas. Silencio.
- Pues sí. A mi me parece correcto.
- A mi también.
- Y a mí, no te jode. - dije yo.
- Bueno, pues lo damos por válido - aprobó el Pepelu- le hacemos una foto con el móvil para que no se nos olvide y nos vamos a beber unas birras.
- ¡Putamare! - exclamaron.
De putamare, putamare... ¡me cago en tó lo que se menea!. Con el dibujito que hice, los módulos que hay que modificar son mayormente los míos. Osea, que me he asignado yo mismo el marrón... ahora entiendo los "putamare"... ¡cagüen...!
Bueno retomando la historia de Don José, íbamos los madrileños y los sevillanos en el autobús -como os iba contando-, y mientras yo le daba vuelta a los putamare y al motivo recóndito que debió de aflorar en mi subsconsciente para proponer el ya comentado dibujito- , comenzé a sentir unos apretujones en el bajovientre. Concretamente en el bajovientre inferior, entre puertatierra y bajoguía. Así que apreté nalgas rezando para no coger atascos y llegar a nuestro hotel cuanto antes.
Y no tardamos mucho en llegar. Justo al llegar me encontré con mi amigo el argentino... al que saludé y le comenté lo del partido de desempate entre Boca y Estudiantes, pero se hizo un poco el el sueco. Supongo que staba ocupado intentando formalizar el registro del hotel, porque no creo que fuera por la recepcionista (la viva imagen de Gracita Morales con 15 Kg más). La paradinha me había hecho efecto y las piernas me temblaron, así que me apresuré a coger el ascensor para llegar cuanto antes al cuarto de baño de mi habitación. Le dí al 4, subí y al dejar el ascensor ¡oh, han pintado el pasillo del hotel!
Sí, habían pintado las paredes del pasillo del hotel, que por la mañana eran amarillas y ahora blancas como la sienes de Carlos Gardel. O al menos eso creía yo. Acerqué la nariz a la pared y... - qué extraño, no huele a pintura. Bueno da igual... para meterme a Sherlock Holmes estoy yo con lo que me viene pidiendo paso. Fui corriendo al fondo del pasillo, al número 7, introduje mi tarjetita y... ¡joder! ¡no se abre la puerta! ¡Me cago en la Ley de Murphy! Bueno... mejor no me cago... aguantaré un poquillo... ¡¡¡Coño!!! ¡¡¡Si mi planta era la número 2!!! Claro, todo el día dándole al 4 en la escuela dónde celebramos el meeting... - bueno que no cunda el pánico, vamos para el ascensor -
El ascensor, seguía allí, nadie lo había llamado, era sólo para mí. Entré y le dí al 2, y en ese momento, automáticamente el esfínter se relajó y... ¡y ocurrió lo que se veía venir!. Nada más entrar en el acensor, el primero. Y acto seguido, el segundo. Aunque fueron dos cañonazos con silienciador, cuasisordos, estoy seguro de que ningún sordo hubiera tenido problema alguno para percibirlos. Uy qué relax.... Pero... un momento... el ascensor se detiene en la planta 3. ¡Hostias! ¡Que no entre nadie.....! Que no... que...
- Hola Don José - le saludé.
- Ê... - me dijo.
Se nota que ya se ha extendido el uso de la e cerrada dubitante. Y se cerró la puerta rumbo a la segunda planta.
- ¿Qué pasa? - Preguntó Don José.
- Verá, es que yo iba a mi habitación pero me confundí y le dí al 4, total que volví a entrar para bajar y entonces el ascensor se paró y entró usted en la planta 3 y... adiós Don José.
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