Mi llegada aquí fue un cúmulo de coincidencias. Primero coincidí en el avión con Dark Wader y algunos de sus colaboradores. Luego, una vez en Madrid se sientan frente a mi un par de tipos que empiezan a hablar sobre el congreso al que yo voy y les digo creo que vamos al mismo y me dicen: ¿tú por parte de quién vienes? Y les digo de la University. Y me dicen ¡Anda, nosotros también! Vaya coincidencia. Po si, po no, po molo un mogollón. Así que nos hicimos amigotes allí esperando el embarque y contando chascarrillos. Cuando vamos a embarcar les digo, yo tengo el asiento 14F ¿y vosotros? Y asombrados vemos que ellos tienen el 14E y el 14D. Así que volamos juntos. Cuando llegamos a Amsterdam quedamos para almorzar y luego para cenar, así que por lo menos no estuve sólo.
Lo peor del primer día fue el hotel. De hecho hoy, segundo día, me he venido al hotel del congreso para estar tranquilo y prepararme la presentación de mañana porque en mi hotel no me concentro. El hotel está lleno de rastafaris. Parece que hubiera allí una colonia de aduladores de Bob Marley. Por suerte está prohibido darle al cáñamo y a cualquier otra cosa que eche humo en todo el hotel, bajo multa de 50 euros. La habitación de mi hotel tiene una cama de matrimonio que hace imposible llegar al otro lado de la habitación si no es saltando por encima de la misma. No tiene aire acondicionado y en su lugar han dejado en una esquinita un pequeño ventilador. Suerte que esto es Amsterdam y no Sevilla. Tampoco hay televisión. Me explico, hay televisor pero no televisión. Vamos, que no funciona la tele. No hay accesorios que otros hoteles te facilitan para tu aseo personal: peine, esponja, cepillo de dientes, cuchillas de afeitar, champú o gel. Eso sí tienen un botecito de un litro de champú y gel "a la mimma vé" como diría Donmanué, y con eso se va uno apañando. Por no haber no hay ni papel higiénico en el cuarto de baño. En su lugar hay toallitas desmaquilladoras perfumadas. Os aseguro que dejan el culo limpio y perfumado. No tanto los dedos. El lavabo tiene poca presión y no sale el agua caliente. Supuse que sería un problema de presión y que en la ducha pasaría lo mismo. Abrí decididamente el grifo del agua caliente de la ducha y gracias a la excesiva presión del agua el mango salió disparado de su soporte hacia arriba, golpeó en el techo (que es muy bajo) y cayó en barrena, poco a poco, impulsado por el chorro a presión. El cuarto de baño parecía el pantano de La Minilla. Tuve que recoger agua del suelo con un par de toallas. Al menos el sitio es muy bueno. A dos minutos andando de Leidseplain, justo al lado del Marriot. El contraste es poco menos que para joder al personal, pero bueno... es lo que ha tocado esta vez.
Y bueno por ahora invierto los días paseando a diario junto al canal Amstel en dirección a la Plaza Dam. Bonito título para una canción que en holandés tendría una traducción que sonaría poco menos que a un insulto. Pero el paseo es placentero: veinte grados, gente por todos lados, alegría. Amsterdam es una ciudad alegre y eso se contagia. Esto está lleno de vida y de tulipanes floridos de todos los colores: negros, rubios, rojos, castaños... ¡viva el tulipán holandés! La gente se cruza contigo en bicicleta y siempre parecen llevar una sonrisa puesta. I love Amsterdam. Y si, las amsterdammers son espectaculares, guapas, rubias, altísimas, apretadísimas, empitonadísimas... Un martes por la mañana te las ves por la calle con la bolsa de una frutería y van con su pantalón pitillo entacado, grandes tacones, en tirantitas a pesar de los veinte grados y luciendo un tipazo que quita el hipo. O en la bicicleta con una minifalda de infarto. Espectaculares. Reconozco que me encanta la morfología holandesa: altas, esbeltas (también las hay vacas jaquetonas, pero últimamente no abundan mucho) y con unos rasgos llamativos. Por supuesto, las españolas siguen estando por encima, dónde se ponga una morenaza española que se quite todo lo demás. Eso sí, a aquellos que les gustan las chiquititas, que se vayan a la China porque aquí nasti de plasti. Lo negativo es que los amsterdammers también suelen ser grandes, altos, esbeltos, fuertes, depilados... Suerte que la mayoría se vuelven locos por ver desfilar al tercio de la legión, desfile que ellos imitan cada 5 de Agosto con el nombre de Gay Parade. Y claro, las amsterdammers aburridas ante tanta indiferencia han tenido que buscar nuevas vías para eliminar el picor intenso que sienten en el curso bajo del canal de Amstel. Y se dieron cuenta que la demanda era alta y que, a pesar de la crisis, el tiqui taca podría dar sus frutos aunque nadie creyera del todo a Luis Aragonés, así que aprovechando el tirón comenzaron a pedir algunas monedas a cambio, y así empezó el mito de la bombilla roja, por algunos denominada también furia roja, y más conocida en el mundo angloparlante como The Red Light District. Todo por culpa de un desfile. No se si me he liado un poco, pero a mi me han contado que fue así y que es verídico, me lo dijo un tal Paco, que sólo cuenta hechos verídicos. Y hablando sobre la furia roja, he podido notar y os hago constar que ha aumentado la calidad a base de no convocar a los paquetes: a menos bultos más claridad. Y se nota. Todo lo que hay ahora son auténticas estrellas del tiqui-taca, con calidad, con clase. Hay que agradecer a Luis Aragonés que se atreviera a quitar a las vacas sagradas porque aquí han seguido el ejemplo y ya las vacas no aparecen para lucir que en su dia fueron estrelals. Ahora la delantera es para tirar cohetes, la línea media es espectacular y la retaguardia está prieta y antenta al fuera de juego, no sin ocultar pistas de su gran calidad en el toque de la pelota. Vamos, ¡campeona de europa!. Desgraciadamente no puedo aportar documento gráfico porque los entrenamientos suelen ser siempre a puerta cerrada y si en las inmediaciones del terreno de juego te ven con alguna cámara, viene un gorila de dos metros y te la confisca. Pero creedme que es verídico. Os lo dice un holandés errante, que a veces yerra, pero errar es de sabios. Y algunos son de Hortaleza.