jueves, 14 de diciembre de 2006

Diario de un francés (y II): Si hay que ir se va, pero ir pa ná...


París, 6 de Octubre de 2006

Comenzamos el segundo día con un madrugón. Si, sí, un madrugón. El día anterior llegamos a eso de las dos y media de la mañana al hotel, después de visitar a nuestro amigo Toni Gómez en su reformado Granero de Triana, ahora mudado a "Casa Pepa" (antiguamente Casa Pepe, no sabemos exactamente a qué se debe el cambio de sexo, pero "pa qué preguntar"). El nuevo Casa Pepa tiene una nueva imagen, no tan hortera como el antiguo Granero. Ahora resulta un sitio más coqueto, y los cuadros se distribuyen en la pared de una forma organizada, sin aglomeraciones, y sin camisetas merengues recolgando del techo (aunque Toni dice que en breve la volverá a colgar). El Toni en cuanto nos vió nos recordó que aún guarda el carné del Betis en la cocina del bar (señal que se acordaba de nosotros). Acto seguido nos metió caña con el Sevilla: "El Sevilla está fuerte ¿eh? Vaya 3 goles más guapos que le metió al Barça... que disfrute". Lo de ser cabrón se lleva en la sangre española, por muchos años que lleves en Francia, pensé yo. Pero bueno, como decía en el último capítulo del Diario de un Francés... eso fue otro día, porque éste lo que tocaba era madrugar para ir a recoger paquetes.


Pues sí... a las 7:10 de la mañana se despertó el titi, me levanté de la cama 2x2 y duchazo al canto. Bajo la ducha deduje que algunos parisinos deben tener una sensibilidad superior en la muñeca, porque fui incapaz de poner el pomo de la ducha en una posición que me permitiera tomarme una ducha con agua a una temperatura aceptable: o salía hirviendo cual agua de puchero o fría como la señorita Rottenmeyer. Imposible quillo. Al final opté por la ducha fresquita y a desayunar. Como se me quedó el cuerpo medio encogido, opté por el forro polar en lugar de por la americana que llevaba el día anterior. Gran error.


Una vez terminamos de desayunar, nos fuimos a las 8:30 a la puerta a esperar al amigo del taxista que llegaría con su volkswagen touram marrón a recogernos para ir a recoger (valga la rebuznancia) los paquetes al Charles de Gaulle (CDG). Tal que está, tal que está.... las nueve menos diez. Sospechosamente, en frente, un conductor leía vorazmente un libro en una fregoneta volkswagen. Pero no sabíamos si era una touram y encima era de color verde botella, por lo que sospeché que el taxista pudiera ser daltónico y confundiera el verde con el marrón. Pero claro, veinte minutos leyendo un libro dentro de la fregoneta sin preocuparse de nosotros era muy extraño también. Total que decidimos solicitar en el hotel una fregonetaxi y pasar olímpicamente del amiguete del taxista daltónico. ¡Y un huevo! La recepcionista (fea de cojones, como todas las parisinas que hemos visto) llamó a todas las compañías de taxistas habidas y por haber y para suerte o desgracia nuestra no había ninguna fregonetaxi libre. Así que decidimos salir a la calle de nuevo y parar al primer taxi que pasara para que nos llevara al aeropuerto.


Ni pizca de gracia nos hacía ir al CDG para que una vez allí nos dijeran que aún no estaban los paquetes, o que ya los habían repartido, o que los cañones han llegado sin agujero. ¡Véte tú a saber!. Así que bendita la hora en que al compañero se le pasó llamar a la empresa de reparto de paquetes para preguntarle a un tal Alex (un telefonista de la empresa que hablaba perfectamente español) la dirección exacta del almacén dónde estaban nuestros paquetes (pues el día anterior nos habían dado dos direcciones distintas próximas al aeropuerto CDG. ¡Y Alex no estaba! Pero bendita la hora... porque nos respondieron que nuestros paquetes acababan de salir y y estaban camino del hotel del simposio. Lo malo es que no podían asegurarnos a la hora que llegarían. Así que no llegamos al CDG y nos volvimos al hotel del simposio a esperar pacientemente que llegaran.


En el simposio todo Cristo iba de traje. Todos menos nosotros. Los Titis se hacen notar. Y claro, llamar la atención no es lo más indicado cuando la mesa de tu stand está vacía mientras los demás no paran de preguntar en qué consiste el proyecto ASEREJÉ. Pero a las 10:00, ¡¡por fin llegaron los paquetes!!


Y empezó el stress... venga desembalar, un monitor, una pasarela, una bombilla... ¡coño la bombilla está intacta!. Menos mal que la puta bombilla ha llegado intacta... lo que nos faltaba ya era salir a comprar una bombilla... Otro monitor, cable por aquí y por allá, un bonito punto de acceso wi-fi.... y una vez que lo montamos todo, probamos y... ¡catacrash!


No funciona, quillo. ¡¡¡Me cago en el Openlaszlo!!! La página se arrancaba, pero salía todo azul y no ponía ni una sola letra. ¿Qué coño pasa aquí? Miro el código fuente de la página y me encuentro una redirección a pasarela22, algo tal que así: http://pasarela22/blablabla... ¡Claro! Nos falta el DNS de Amazona. No pasa nada... le cambio pasarela22 y lo sustituyo por la IP 192.168.5.22 y debe funcionar... !Sí por los cojones! El resultado era el mismo... Mientras, Franki se interesaba por el bonito GUI azul autodescriptivo. Y nosotros muertos de miedo y cagándonos en Miguel Ángel... ¡coño! ¡Claaaro! ¡Miguel Ángel! Vamos a llamarlo y a rezar pa que nos saque de esta...

- Ave María purísima sin pecado concebido... - ¿Sí? ¿Miguel Ángel?

...

- "Es que resulta que las referencias deben hacerse por nombre de host y bla, bla, bla...".

- Vale tío.

Así que retocamos el fichero de hosts de las máquinas e incluimos a pelo la asociación 192.168.5.22 - pasarela22 y... ¡voilá! ¡¡¡Ya furula!!!! Hasta se podía encender y apagar la bombilla... qué espectáculo quillo... De ahí al final coser y cantar: ya era la hora de almorzar.
El almuerzo, una merde: Surtido de canapés acompañado por pilicrim. ´Toma cutrada en un hotel de 4 estrellas y media. Y la gente hambrienta se apelotonaba en torno a las mesas para trincar cuantos más canapés mejor. Y hasta pudimos conseguir algunos.


Y cuando más agustito estamos pillándole el truquito a eso de trincar canapés... nos dice el jefe que tenemos que turnarnos para que el stand nunca se quede solo... y mientras, él charlando con los peces gordo de turno... Jode, pero es lo que hay. Su trabajo es ese y el nuestro aquel... así que nos fuimos al stand llevando nuestros platos llenos de canapés y cuales frikis nos lo comimos delante de nuestras máquinas. Evidentemente no se iba a acercar ningún interesado en ASEREJÉ mientras quedara comida, pero allí estábamos nosotros "pa lo que hiciera farta". Y eso es provocar, quillo. Basta que seas el único que está en su sitio pa que se te acerque un calvo a preguntar. Y así fué. Y le vendimos el crecepelo. Y luego el jefe vendió más cajas y cajas de crecepelo a todo el que merodeó nuestro stand. ¡Estaba sembrao! Le hubiera vendido un trailer lleno de crecepelos al mismísmo Mr. Propper si se hubiera pasado por allí. La experiencia es un grado, quillo.


De ahí al final, todo rodado. ¡Pero rodado a alta velocidad! Teníamos una hora para ir a nuestro hotel (en la otra punta del centro de París), ducharnos y volver a atravesar todo el centro de París para coger el barco en el que cenábamos. A las 20:00 participamos en una carrera nocturna junto al Sena. Esta vez, la comida estaba buena: salmón al horno con especias, cuarto de kilo de carne medio cruda de vaca vieja y unos quesitos típicos. Una vez acabada la cena, vueltecita por París.


La vueltecita la hicimos en Taxi. El plan era irnos a la zona de marcha, al parecer sita en la Bastilla. Unos compis salieron antes y una vez allí nos llamaron indicándonos que estaban en la Rú de la Pé (eso es lo que nos dijeron en la llamada que nos hicieron por móvil). Pillamos un taxi, y le dijimos: "Bon suá, a la Rú de la Pé, sivuplé". Y nos dejó en la Rú de la Pé. Tal como suena. Lo malo es que suena Pé pero se escribe Paix (paz en francés). Resultó que ni aqullo era la Bastilla ni ná de ná. En esa calle lo único que había eran tiendas supermegahiperpijas: Cartier, etc. Americanas normales y corrientes a 2500 euros. ¡Cómo pa engordar y que se te quede chica! ¿Y los bares? ¿Aonde andarán los bares? Resultó que los colegas estaban en otra Pé: en la Rú de la Pé, que en realidad era la Rue de Lappe (que enfrancés se pronucia Rú de Laap) y que estaban en la otra punta de París, en la Bastilla, a tomar por culo, vamos. Así que a Cal-lo eso le produjo una bajona, y pensó... si hay que volver a cojer un taxi se coje, y si hay que ir a la Rue de Lappe se va, pero ir pa ná... es tontería. Así que le acompañamos a su hotel en taxi y volvimos en el mismo taxi a la Rue de Lappe. Una vez llegamos al bar dónde habíamos quedado, los que no estaban allí eran los colegas. Así que nos tomamos una cervectia y a dormir.


Pero lo peor del día, sin duda, ha estado relacionado con el salón de la moda de París. Uno de Bilbao que se aloja en nuestro hotel nos ha comentado que se ha topado con un montón de modelos que se alojan en nuestro hotel, todas altísimas y delgadísimas. Esto se debe a que la pasarela de modelos se lleva a cabo en el Pabellón de Deportes Bercy, justo a 25 metros de nuestro hotel. ¡¡Justo al lado tío!! Y es que, si hay que ir se va, pero ir pa ná...

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