lunes, 22 de octubre de 2007

Diario de un alemán (II): Nunca olvides la regla del diez por ciento

18 de octubre de 2007

El día ha sido largo. Todo el día lo hemos empleado en intentar resolver errores en la demo de nuestro proyecto. Poco a poco han ido minimizándose, que no resolviéndose del todo. Al final ha quedado en un estado presentable para la mañana del viernes cuando se acerquen a visitarlo representantes de los distintos ministerios europeos.

Tras el stress del día, por la tarde nos fuimos a dar una vueltecilla por la ciudad antes de buscar un sitio para cenar. Berlín es una ciudad enorme. Ayer Mel nos dijo que en Berlín viven alrededor de cuatro millones de personas. Y también que en Berlín hay alrededor de cuatrocientos mil homosexuales. ¡Joder! ¡El diez por ciento de la población es homosexual! - Como en todo sitios- nos comentó Mel - esa es la proporción mundial - continuó. ¿En serio? - interrogábamos nostros buscando confirmación - Nunca olvidéis la regla del diez por ciento - nos corroboró Mel. Nos impactó esa frase... "no olvides la regla del diez por ciento". Y mira que jodida casualidad, con lo grande que es Berlín, que ni diez por ciento ni leches: ¡nos encontramos con la pica que sostiene la bandera española que todos quisiéramos clavar en Flandes!


Un cachondo el Nachete... hizo ademán de mangar el móvil en una carrera -es una putada que sepáis como me llamo y podáis denunciarme por robaros el móvil- dijo en broma. Un monstruo. No puso ninguna pega en hacerse unas cuantas fotos con nosotros e incluso sugirió que si le llevábamos a nuestras parientas o amigas podría hacer algunas fotos con un toque más artístico :-) El mismo que le pondríamos nosotros si nos presta a alguna compañera de reparto... menudo prenda. En fin, con el triunfo de tener una foto con semejante especímen de la raza humana, nos fuimos al punto de encuentro con el resto de compañeros en la boca de metro de Alexander Platz, vamos, la Plaza de Alejandro para los que no entiendan la lengua de Becquer.

- ¿Gustavo Adolfo?

- No, Boris.

- ¿Izaguirre, el finalista del premio planeta?

- No, Becquer, el finalista de Wimbledon.

- Pues no caigo...

- ¡¡Me cago en los intelectuales!! ¡Coño al que, según una leyenda urbana, se la chupó una guarra, se guardó el semen de la felación y se inseminó luego con él para obligarle a reconocer la paternidad que dicho sea de paso luego le costó una morterá de pasta gansa!

- ¡Ah ya... el tenista!

- ¡Bingo! Ufff... Nunca pensé que el Tomate pudiera haber contribuido tanto a la difusión del deporte...


Pues eso, que tras la foto con Nacho nos reunimos con los compañeros y nos fuimos a un restaurante cercano.

- Disculpe, perdone que le interrumpa... ¿de qué Nacho me habla Ud? ¿Seguimos con el tema deportivo? ¿Nacho Solozábal?

- No hijo no, de Nacho el de la cuarta y mitad de...

- ¿El de la que?

- De Solozábal, hijo, de Solozábal.

Prosigo. Buscamos cerca de Alexander Platz algún restaurante coqueto en el que cenar y al llegar a uno italiano llamado Basi'l, vimos una mesa repleta de hermosas teutonas, así que nos decidimos a entrar. Lástima que no durasen allí ni dos minutos. La comida estuvo bastante bien, de nuevo algo típico del país, pasta, que para eso son el país de la UE con más de eso.

Tras el atracón de pasta nos fuimos en busca de algunos garitos en los que mover el esqueleto y ayudar a digerir el bolo alimenticio. Primero visitamos uno curioso, con pista de baile en planta sótano y zona V.I.P con balcón a la pista de baile. Allí estaba el clon del Yuyu en versión femenina. ¡Que cosa más fea, pisha! También había una rubia mona, bastante buena que estaba ella, pero que bailaba como un pato mareado y mojado en alquitrán. Se movía a espasmos la muy teutona. A algún que otro bávaro le ponían dichos aspavientos y se arrimaban a rozar el cimbel. También un "suizo" se animó a imitarla, bailando con un compás sincopado cualquier tema que se atreviera a poner el pinchadiscos. Divertida escena aquella, digna de haber sido grabada en vídeo.

De ahí, creo recordar que salimos buscando algún otro garito. En la calle nos percatamos de la gran aficción cofrade de las germanas, pues muchas de ellas debían estar ensayando como costalera en algún paso, pues llevaban fajín para proteger los riñones del esfuerzo necesario para las chicotás. Al final llegamos al Kafe Kassheme, un antro curioso e interesante, tenebroso... La entrada costaba dos euros y dentro había una pequeña colonia de españoles presenciando el concierto techno-trance de una ausente germana y su compinche pinchadisco. Tras bebernos la birra volvimos al bar anterior, que ya estaba bastante empetado de gente. De alemanes más que de alemanas. Así que pensamos... ¿Llamamos a Mel y que nos lleve a algún sitio de marcha?

Por suerte o por desgracia, Mel no estaba en Berlín, así que preguntamos a otro taxista por algún disco-pub y nos dijo que el Cookies se ponía bastante bien y que estaba cerca. Nos llevó allí y por la gente que estaba entrando cuando llegábamos sí que debía estar bien, si...

- Are you tourist? - preguntó el portero

- Do you speak english? - le preguntó Pantani.

- Do you have an invitation for tonight? - volvió a preguntar el portero.

- No - respondimos.

- I'm sorry, but you need an invitation. It's a private party.

Bueeeno... pues le echamos unas fotos a la puerta de Brandemburgo que nos cae al lado y nos vamos a dormir, ¿no? Y eso hicimos.

El taxi de vuelta lo llevaba una mujer, Anka, nos dijo que se llamaba. No hablaba nada que no fuera la lengua de Becquer, el tenista. El compañero de Madrid, Melendi, perdió el mechero al introducirse en el taxi, y tras estar buscándolo durante algunos largos segundos bajo el asiento de copiloto, la guantera de la puerta, y otras rendijas... Anka le regaló su mechero.

Al día siguiente Melendi nos enseñó la publicidad impresa en el mechero y que por la nocturnidad de la noche anterior no nos percatamos: DILDOKING. Y es que recuerda... no olvides nunca la regla del diez por ciento.

jueves, 18 de octubre de 2007

Diario de un alemán (I): Pues yo tengo una prima en Salamanca

Berlín, 17 de octubre de 2007

No soy yo el que está escribiendo esto pasada la media noche sino mi conciencia. La misma que me dice que si un milagro no lo remedia, dentro de unas horas estaremos vendiendo crecepelo a los calvos y pastelitos a los diabéticos. Porque otra cosa no, pero vender vendemos y cuando nos entra la mala hostia... Y lo de hoy ha sido para defecar sobre los antepasados defenestrados de la madre que dio a luz a Paneque. Por decirlo finamente.

Para empezar la hora intempestiva de la salida del avión nos hizo llegar casi sonámbulos, aunque no hay nada que no se pueda arreglar con un buen almuerzo típico alemán junto a la Puerta de Brandemburgo: spaghetti scampi, mozzarella caprese y cerveza aframbuesada. ¡Toma del frasco Carrasco! En cuanto a la Puerta de Brandemburgo... psss... como la de Alcalá pero en versión teutona. Justo al lado de la misma el Reichstag y en frente de la Puerta, en Berlín Este el Pirulí, y en Berlín Oeste la Torre de la Victoria. ¡Ea! Ya conocemos Berlín, ¡al tajo!


El Reichstag


Pasadas las tres del mediodía nos dirijimos hacia el Berlín Congress Center para montar nuestro puesto itinerante de crecepelos. No tuvimos que ir en busca de ningún paquete, porque éstos estaban pacientemente esperándonos junto a la puerta. Montamos el chiringo, leimos la receta del nuevo crecepelo, seguimos sus instrucciones al pie de la letra con el fin de actualizar nuestra fórmula secreta y... ¡ catacrash!

Primer batacazo. No funciona prácticamente nada de lo que discretamente funcionaba hace quince días en Eindhoven. Si usamos DHCP no nos arranca y si no, de todas formas; al registrar puntos de luz X10 éstos no se publican en el resto de nodos; en lugar de dos cámaras sólo aparece una y captura aleatoriamente de una de las dos webcam sin que podamos deducir cuando lo hace de una o de otra o de ambas a la vez meclando estrepitosamente sus fotogramas en el mismo flujo de vídeo. Para colmo, apenas hay contenidos multimedia. Vamos... ¡un desastre! Confiamos en que todo se solucione en los minutos previos, porque hoy nos fue imposible dar con la fórmula secreta. Sin embargo soy optimista y en un alarde de ello, he bautizado con champán a una de las máquinas: la Chiquitogateway. Nooooo.... no fue que se me derramase la copa de champán en el teclado... no. ¿Que por qué lo de Chiquitogateway? Póngase el lector en situación:

Usuario: - Hágase la luz
Chiquitogateway: - No puedorl, no puedorl, no puedorl...
U: - Que te he disho que enciendas la bombilla.
C: - Esto e uno que vaaaaa y dise... siete cámara güeb vienen de bonaaaanzaaa... un vídeo blanco un vídeo negrooo
U: - Te voy a ahogá en Champán hasta que te salgan burbujas por el fistro.
C: - Jaaaaarrrlll... ¡no me haga guarrerida ehpañola!

Ese es más o menos el proceso a seguir para encender una bombilla con la pasarela residencial.

Tras aceptar por imposible el dar con la tecla, nunca mejor dicho, decidimos llamar a un taxi para que nos llevase a un restaurante dónde comer comida típica berlinesa en un garito que no estuviera enfocado en los turistas. Y así conocimos a Mel, un taxista que conoce a la banda de Enique Ortiz de Landázuri y a Rosendo Mercado, que chapurreaba un poco de español, que ha estado en Málaga y Sevilla. El típico taxista joven alemán: negro, con rastas, hablando un inglés perfecto... El taxista nos llevó al hotel, para coger un chaleco, bajamos y nos llevó a un restaurante típico berlinés. En el camino hacia el restaurante atravesamos un check-point charly repleto de bellísimas berlinesas de mentalidad abierta. Obvia decir la de comentarios que surgieron en el taxi acerca de la belleza extrema de estas solitarias germanas de la acera que, es de imaginar, hubieran salido de algún restaurante dónde cenaban para fumar algún cigarrillo.

Por fin llegamos al restaurante. Un retaurante estupendo, con una carta amplia de platos típicos berlineses, en todos los idiomas: alemán, inglés, italiano, español, francés... Desgraciadamente las camareras no hablaban ni una palabra de otra lengua que no fuera alemán. Pero no estuvo mal, cena contundente y barata, con cerveza autóctona y buenos postres. Terminando de cenar llamamos a Mel para que viniera a recogernos, y nos llevara a alguna zona de marcha, para tomar un par de cañas, bailar... en definitiva conocer la marcha berlinesa que tanta fama tiene. Según Mel, dónde más marcha hay es en la zona de Berlín Este, lo malo según él, es que en la mayoría de garitos te piden entre 30 y 40 euros por la entrada, así que nos llevaría a un garito en el que la entrada era gratis.

Efectivamente, nos llevó a un garito en el que la entrada era gratis. El acojone era general, porque la entrada estaba cerrada y Mel tuvo que llamar al timbre para que abrieran. "Es que a mi me conocen aquí y os puedo facilitar la entrada y que os hagan descuento". ¡Y un carajo! Menudos descuentos... eso sí tampoco quisimos entrar en el juego del regateo, no había mucho interés. Al entrar la decoración era original, multitud de sofás de cuero negro, grandes lámparas de cristales, espejos de grandes dimensiones, todo el piso enmoquetado y... los cubatas ¡¡a treinta euros!! El champán a 450 €, el Chardonay a 330 € y una botellita de vino rosado espumoso 150 €. Y Whiskas. Y claro... dónde hay comida para gatos, hay gatos. Allí conocimos a un "esperpento" de Salamanca, que llegó a Berlín en el 89 con los padres. Hizo bien, porque quedarse en Salamanca sería desprestigiar tan bella ciudad. Tras quince minutejos en aquel antro ya estábamos saturados, no nos gustó la recomendación de nuestro chófer, así que nos fuimos a dormir al hotel. No fue difícil encontrar un taxi en la puerta, puesto que es sitio frecuentado por taxistas, no sabemos si van a comisión o es que hay mucho turista aficcionado al cuidado de felinos. Algo raro debe haber. Cogimos un taxi recién llegado a aquel garito y le indicamos nuestro hotel. Cosa rara que el taxista sólo hablaba danés, que nosotros ni siquiera sabíamos que existía como idioma, y que en principio no sabía dónde quedaba el hotel. Llegamos de puñetero milagro (menos mal que la calle del hotel, Luckenwarder Strasse, es algo fácil de recordar) pero llegamos sanos y salvo.

Y eso es todo por el primer día. Mañana toca reparar entuertos. Aunque claro, tú que lees esto dirás -¡pues yo tengo una prima en Salamanca!- Pues te acompaño en el sentimiento hijo, te acompaño en el sentimiento.

sábado, 6 de octubre de 2007

Diario de un holandés (y II): El efecto demo

Eindhoven, 5 de octubre de 2007

Y sucedió.

El efecto demo se hizo carne y habitó entre nosotros. Lo que no sabemos aún es en quién se encarnó... aunque me lo estoy imaginando.

Fue un rato después de haber montado todo y haber escrito el diario de un holandés (I) cuando Patrick se acercó a ensayar, y nos dimos cuenta que teníamos delante a "El Replicante". El replicante de bombillas para ser más exacto. Cada vez que reiniciábamos, sin saber por qué, las bombillas se duplicaban. Además si veíamos algún vídeo, luego no podíamos ver las fotos, lo de la videoconferencia cutre, cutre... en fin... pánico. Sin embargo aún quedaba la esperanza de que un servidor lo configurase todo "al pelo" antes de la revisión, la misma mañana.

Y la mañana empezó bien, configuré todo y todo funcionaba a las mil maravillas, así que me dediqué a esperar la hora viendo algunos videos. Tras hora y media de perfecto funcionamiento, y apenas 5 minutos antes de la hora H... ¡zas! ¡La primera en la frente. Las pantallas se volvieron negras, no respondían a las teclas... No, no, los PCs no habían comenzado con el ahorro de energía y se habían suspendido, ¡que va! las demás aplicaciones funcionaban, pero nuestra demo no. Ufff... ¡pánico! Reiniciamos la demo. Vamos a ver... en mi PC va todo bien, veamos en el de Javichuela... ¡zas! La segunda en la boca del estómago: el servidor HTTP no encuenta la página que le estoy pidiendo. Tres minutos para que lleguen. Nervios, tembleque, cague... yo me voy de aquí. Vamos a ver, paciencia. Veamos esto de qué puede ser... parece ser que ha dado un problema de falta de memoria. ¿Qué será lo que lo habrá provocado? Bueno yo voy a parar y volver a arrancar la jodida interfaz y vamos a ver si mis sospechas se cumplen... ¡Bingo! Ya funciona. Ufff... que alivio, ahora solo tengo que eliminar las 8 bombillas que me han aparecido por arte de magia y crear una única bombillita. Ayer en el ensayo de la demo, uno de philips dijo que un proyecto creador de bombillas en segundos sería de mucho interés para Philips... ¡que jodido!

Al final durante la revisión lo que falló fue lo que nunca había fallado, la jodida Nokia N770: "Segmentation fault" me decía. ¡Pues yo tengo una prima en Utrera!-que diría alguno que yo conozco. Pero bueno, tras reiniciar todo salió bien. "Don't worry, it's the Demo effect" dijeron algunos. Lo cachondo es que a todos los demás les hizo acto de presencia el efecto demo, especialmente a los anfitriones, a los que les cascó espectacularmente el cacharrito que enseñaban. También a uno le petó el Windows cuando iba a enseñar su plugin de eclipse para desarrollo de aplicaciones web... En fin, un cachondeo.

Lo peor les va a caer a los becarios, porque al parecer uno de los revisores le ha hablado al jefe de una tecnología nueva, que ni corba, ni java, ni python, ni c++, ni c#, ni php, ni perl, ni eiffel, ni ADA, ni lisp, ni prolog, ni na de na... por lo visto la nueva es la caña de españa, y en pocas líneas de código es capaz de implementarte bus asíncrono malva en espiral y una interfaz pseudogenérica más cool que la nuestra, porque además es "evolutiva".

- Interesante. Les remitiré el enlace a nuestros becarios para que vayan consultando el tema que encaja francamente bien con nuestro bisnes -espetó Patrick.

Así que... enhorabuena a los premiados.

jueves, 4 de octubre de 2007

Diario de un holandés (I)

Eindhoven, 4 de Octubre de 2007

En cuanto al viaje de anoche, todo normal. El avión derrapó un poco en el aterrizaje debido al estado húmedo de la pista en Schiphol, pero no pasó a más. Luego recogimos el coche y pusimos rumbo a Eindhoven. En algunos tramos la visibilidad era reducida debido a la espesa niebla, pero nada del otro mundo. Empezamos bien, pues a pesar de no llevar CDs para el coche, conseguimos sintonizar una emisora de rock y blues, y la compañía de Gary Moore, Johny Winter, The Doors, Eric Clapton, ZZ Tops, The Blues Brothers... fue muy amena. Era un buen indicio ese, pensé yo acordándome del pestiño de Simon & Garfukel y los Beatles que me tocó aguantar camino de Lillehammer. Tras una parada intermedia para cenar cerca de Hertogenbosch, llegamos al hotel en Eindhoven a eso de las 12:15 de la noche. Un pelín cutre el hotel, pero para el tiempo que vamos a pasar...

Esto asusta... Anoche todo fue bien y hoy, el dia del ensayo, todo va sobre ruedas. Hemos realizado los cambios que teníamos previsto, hemos reconfigurado todo lo que teníamos que reconfigurar y todo está funcionando. Así que seguramente el efecto demo se producirá mañana, porque eso no falla. Cuando todo va asquerosamente mal en los ensayos, acabas por dejarlo fino, sin saber cómo, pero fino. Sin embargo, cuando todo funciona a la primera y vas todo confiado... ¡échate a temblar! porque a la hora de la verdad se joden las X-Window, o se va la luz y te escoña el disco duro, o el jamito de turno le da al botón que no tiene que darle, o los paquetes se quedan en cá charlie y hay que ir a buscarlos en la furgona del cuñao de un taxista daltónico, o en medio de tu presentación se te escapa un cuesco atronador en medio del más escrupuloso silencio... o yo que sé... se funden los casquetes polares por el cambio climático y se inundan los Países Bajos, ¡yo que sé!. Pero algo pasa, ¡seguro! El efecto demo, que lo llaman. (Por cierto... curioso palabro ese de casquete... mmm... que de connotaciones: casquete, inundar, países bajos... echar un casquete e inundar los Bajos... :-) Que si, que si... que algo pasa mañana... ya veréis)

Así que eso es todo. Por ahora hay tranquilidad mórbida en el frente.

viernes, 3 de agosto de 2007

Cerrado por vacaciones

Oish, oish, oish.. .que stress pre-vacacional tengo en to lo arto...

Estoy deseando que den las dos y no entiendo por qué hoy pasan tan lentos los segundos... debe ser por el tráfico de la Operación Salida. Seguro que hay atascos hasta en el interior del reloj: ya me imagino yo a todos los segundos atascados en caravana dentro de mi reloj de cuerda floja, tocando el claxon de su coche cargado hasta más no poder: Don Segundo al volante; a la diestra, de copiloto y con el mapa de carreteras del año pasado, su mujer Centésima (de Segundo). En el asiento de atrás, armando jaleo los críos: la hija mayor, Décima; el Minuto, al que ya le empiezan salir los pelillos del bigote; y el pequeño Milisegundo, una copia fiel de su padre, con el chupe colgando del cuello y sentado sobre el regazo de la suegra, Dña. Hora Menos Encanarias. El maletero lleno de utensilios y enseres para pasar el verano: manecillas de varios modelos de reloj ya en desuso, metrónomos para practicar compases, varios álbumes con fotos de tiempos pasados que siempre gustan de ser recordados en las calurosas siestas estivales, y un cargamento de buenos deseos a la espera de ser utilizados en alguna noche de agosto con alguna de esas bellas estrellas fugaces que sólo duran el tiempo justo para enamorarse de ellas.

¡Felices vacaciones a todos!

Ya empiezan a retumbar en mi cabeza los ecos de las verbenas de los pueblos:

La barbacooaaa,
la barbacoooaaaa,
la barbacooaaaa,
le barbecue.

El chringuito,
el chiringuito,
el chiringuito...

Ufff... que poeta el Georgi Dann...
Goytisolo a su lao es un mindundi.

¡¡Lo dicho, que el titi se va a hacer el Agosto!!

¡Mucho bueno para todos!

sábado, 16 de junio de 2007

Diario de un irlandés (y III): Cliffs of Moher (the director's cut)

Dublin, 15 de Junio de 2007

Bonito día hoy: día gris, leve llovizna, unos 20 grados... ¡un día perfecto de verano aquí en Irlanda!

Empezamos la movida por la mañana: teníamos que realizar la liquidación de las habitaciones y salir bien temprano con las maletas en el coche rumbo a la University, pues habíamos quedado empezar a las 9. Y madrugar después de haber estado la noche anterior en un restaurante hindú atiborrandonos de ternera al curry con arroz picante, tomando pintas de guiness en un pub de moda, y en definitiva, cambiando el mundo a cada trago... es difícil ¿a que si? Pues que conste que lo intentamos, y si no llega a ser porque me perdí con el coche camino del campus, casi llegamos en hora.

Bueno, tras la aclaración, prosigo con el relato.
Llegamos a eso de las diez y cuarto a la reunión, en la que sólo estaban los dos chicos checos cuchi cacho chichis, un holandés y... ¿quién más? Yes. Intentamos integrarnos en la discusión pero... se acabó todo a las 11, así que nos despedimos y nos fuimos. ¡Joder que fácil! ¿Y a dónde vamos ahora? Bueno... pues... ¿por qué no acabamos de atravesar Irlanda de este a oeste? Si empezamos en Dublin y hemos llegado hasta aquí... pues vamos hasta la costa oeste, igual si hacemos caso a google nos encajamos en New York a nado :-)

Así que cojimos el mapa, un puñao de ganas y otro de ilusión, las llaves del coche y ¡tirando millas! Pero... ¡qué millas! Esto es pa mear y no echar gota. Las carreteras son una mierda, en lugar de arcén tienen un muro de piedra que marca el límite de la propiedad de la finca donde rumian un puñao de vacas, el ancho de cada carril es justo el de un coche (ni un centímetro más ni menos) y baches hay para todos los gustos: el que te hace cosquillita en la barriga, el que te da gustirrinín en los cayetanos... y el que te pone los cayetanos en el Cabo Norte. Bien, pues estas son las características de una carretera cuya velocidad máxima es 100Km/h y que se tratan de recordar a menudo con la correspondiente señal. Yo pensaba: "Pero estos tíos están locos. ¿A quién se le va a ocurrir ir a cien por aquí? ¿a cien? ¿a cien? ¡a cien do el ridículo!" Y los irlandeses piensan: "¿Que no llego yo a cien? ¿Que no llego yo a cien? ¿va una pinta?" y ¡zas! te pegan unos pasotes que ni el Collin McRae. Ah... y como es tela de turística la ruta... a cada ratito un autobús de frente ocupando carril y medio. Pues así, unos 70 kilómetros más o menos. Bueno... así, así no exactamente. La cosa cambió un pelín en Ennistimon, un pequeño pueblo cerca de Ennis (otro pequeño pueblo mayor que el anterior). Me salté el cruce que nos llevaba por el camino hacia los acantilados de Moher (Moja en guiri) y tuve que hacer pirula. Tras la pirula, un camión de muuuuchos ejes que venía de frente, y en mi carril una guiri que pretendía salir con su coche del aparcamiento en cordón. Yo pensé... bah... quepo.

Pues no. No cupe. Unos cuantos minutos tardamos en poder movernos, porque el coche de la guiri y el mío se engancharon por el paso de rueda y nos quedamos como dos perros callejeros: enganchaos y muertos de vergüenza viendo como todo el mundo nos miraba. Por supuesto el camión tampoco cabía y allí se formó un tapón más grande que el que tenía Javichuela dónde la espalda deja de ser de género femenino.

Por fin logramos desatascarnos los tres, con tremendo placer (para unos más que para otros). Le dije a Javichuela que bajase y hablara con la guiri mientras yo buscaba un sitio dónde estacionar para poder volver a realizar el parte amistoso con la guiri, y así dejar paso al camión y a las decenas de vehículos que arrastraba. Le dije que le explicase nuestra situación, que le preguntara si tenía mucho daño el vehículo y que no habría problema, que para eso están los seguros. Mientras iba buscando dónde retirar el vehículo me crucé con uno que me dijo: "Well done!" (el típico understatement británico). Y yo le respondí: "Your mother taught me" (el típico underwear touchment español) seguido de un cortés "ioputaaaaaa!" para que quedase claro quienes somos, de dónde venimos y demás cuestiones tradicionales que tantos y tantos filósofos se han planteado y que con una simple frase quedan tan claras.

Una vez estacionado el coche pude comprobar los daños: lateral izquierdo "ligeramente" arañado de principio a fin con pequeño bollito hundido en los bajos, justo delante del paso de rueda trasero. No está mal, anda. Cuando volví dónde Javichuela, al lugar de los hechos, ni estaba la guiri, ni el coche siniestrado, ni na de na. Javichuela me dijo que la guiri no quería saber nada, que sólo tenía la aleta izquierda hundida y que no tenía importancia, y que se piró echando leches de allí. Al parecer no debería tener seguro, y teniendo en cuenta que había aparcado en sentido contrario, saltándose una línea continua, y que pretendía incorporase invadiendo el carril contrario... pues que aunque me la hubiera llevao yo por delante... si encima no tenía seguro... pies pa que os quiero. ¡Que se había marchado la muy guiri!

Bueno, no pasa nada. El coche funciona, sigamos nuestro camino por estas carreteras infernales.
Y finalmente llegamos, bajo una incesante y cada vez más intensa lluvia, al fin del mundo:

Cliffs of Moher

¡Esto si que está en el culo del mundo y no Finisterre! Pero tuvieron todo el arte del mundo los irlandeses, montaron un puesto de pipas allí, como podéis ver en la siguiente foto, y todo el mundo cree que es un castillo. Resultado: turismo a expuertas. Después del puesto pipas vino el parking, las tiendas de souvernirs, el centro de proyecciones audiovisuales, etc, etc.



El puesto de pipas



El puesto de pipas visto desde cerca




Y eso es todo, allí no hay mucho más que ver. La gente va principalmente a hacer la foto. Algún lumbreras como el de amarillo del puesto de pipas, se ofrecía con su Nikon a inmortalizar ese mágico momento a los turistas. ¡Vaya visión de negocio el tio! Ofrecerse como fotógrafo en un sitio dónde la gente sólo va a hacerse la foto. Sería una idea cojonuda si no fuera porque la gente se lleva su propia cámara. ¡Vaya lumbreras!


En el camino de vuelta, no atropellamos a nadie, sólo destacar que almorzamos en un restaurante recomendado en la Guía Michelin, ganador del premio al mejor restaurante irlandés de 2006: Vaughan's o algo así se llamaba, situado en el pueblecito de Liscannor. Y como muestra del menú, un detalle:



Vaya pinta que tenía el menú



Pero lo mejor de todo, sin duda, fue la cena. Eso ya no os lo puedo contar, mejor que os lo cuente Javichuela en algún comentario...

miércoles, 13 de junio de 2007

Diario de un Irlandés (II): What's a tiramisu?

Limerick, 13 de Junio de 2007

Bueno, nuestro papel ya se cumplió. Soltamos el rollo y cayó bien. Excepto la típica pregunta que sale en todas las reuniones:

- ¿Qué estándares has usado para la sincronización y comunicación entre los nodos?

- ¿Estándares? Ninguno. Lo he definido yo a conveniencia. Vamos... básicamente como me ha salido de los güevos.

Bueno, la respuesta no fue exáctamente esa, pero parecida. Con un poco más de mano izquierda, claro. Lo bueno vino luego, durante el almuerzo en el restaurante VIP del Campus. De entrante "Goat's cheese salad with Pine Nuts", osea ensalada de queso de cabra con piñones. Mmm... suena bien. Cuando vino la ensalada todos pensamos que las lechugas se las debieron dar a la cabra antes de ordeñarla para hacer el queso porque os juro que ni el mismísimo Juan Palomez hubiera tenido la cara dura de llamarle a eso ensalada: Un mini-trocito de queso de cabra sobre tres, y digo tres, hojas de lechuga espolvoreadas con una docena de piñones. Todo ello en un plato enooooorme. Ocupaba más el nombre en la carta que la ensalada en el plato. La mismo ocurrió con el plato principal, el Main Course: "Grilled Chicken Breast with red pepper, honey, boiled potatos and fresh vegetables". Esto es pechuga de pollo al grill con pimiento rojo, miel, patatas hervidas y vegetales frescos. Resultado: un cuarto de mitad de pechuga de pollito pequeño con una papa cocía, una tirita de pimiento rojo frito, un chorreón de miel y un puñao de hierbas (canónigos parece ser que se llaman). En el hueco que tengo entre un premolar y el primer molar superior izquierdo me cupo el pollo y aún sobró espacio para poder introducir el mondadientes. Pero lo mejor de todo vino a la hora de elegir el postre, después de que hubiéramos ojeado la carta de postres. Carta por llamarla de alguna forma porque sólo podíamos elegir entre dos postres: Tiramisú y Creme Brulée. La camarera (un troll) ya había quitado la carta y comenzó a preguntar uno por uno por el postre elegido. Hasta que llegó a Patrick McAllister. El diálogo no tiene desperdicio:

Camarera: - What desert have you chosen, Sir?

Patrick: - What are the options?

C: - Mmmm... Tiramisu or Creme Brulée, Sir.

P: - Tiramisu? What's a Tiramisu?

C: - Mmm...

P: Well... it's ok. Tiramisu.

C: - Ok, Sir. Would you prefer coffee or tea?

P: -Yes.

Cualquier parecido con la realidad no es sólo un parecido. Por cierto, el menú costó 37 eurazos. Creo que el pollo había estudiado en el Campus y por eso era tan caro. Y por si alguien lo duda, el tiramisú aquí es una tarta de bizcocho con nata por encima. Mmm... nata... What's nata?

Diario de un irlandés (I): Esto está todo al revés.

Limerick 12 de Junio de 2007


¡Dios mío! ¡Esto es un infierno! ¡¡Todo el mundo viene en contramano!!

Eso es lo que piensas si conduces aquí. Esto es el mundo al revés. Llegamos a Dublin (Dablan como dicen aquí) puntuales y alquilamos un coche para ir de Dublin a Limerick. Empezamos con suerte, puesto que no había ningún clase B libre y nos dieron un clase C, un Nissan Primera, por el mismo precio. Lo gracioso fue cuando me dirigí a abrir la puerta del coche y... la primera en la frente: ¡Hostias! ¡No hay volante! Qué hijos de la Gran Bretaña... ¡le han puesto el volante al copiloto! Mira que son brutos aquí... No pasa nada, entro por la derecha, me siento, arranco y cuando voy a meter primera le arreo un manotazo a la maneta de la puerta... vaya... la palanca de cambios se maneja con la izquierda. Eso es a lo que más trabajo cuesta acostumbrarse, a cambiar con la izquierda. Bueno, a eso y a acordarte de que la otra mitad del coche la tienes a tu izquierda en lugar de a tu derecha, y cuando te das cuenta llevas medio coche por el arcén. Bueno... y las rotondas... que vale... ya estoy acostumbrado a ir por el carril de la izquierda pero es llegar a una rotonda y mirar a la izquierda: Ok no viene nadie. Y cuando aceleras para entrar te aparece un hijoputa por la derecha. ¿Pero este cabrón de dónde sale? ¡Cabróoooooon que vas al contrario! Uffff.... que trabajito quillo.

Así que poquito a poco me fui acostumbrando y me hice 205 kilómetros entre chaparrones tremendos (os juro que no veía nada de nada y el parabrisas parecía que iba a salir volando). Bueno... hubo un momento de pánico cuando nos cruzamos con un camión de 3 ejes de frente, en medio de un pueblo, y con coches aparcados en cordón a la izquierda... No calculé el espacio bien a la izquierda y me llevé un retrovisor de un coche... y a Javichuela que iba de copiloto le llegaron los huevos al Cabo Norte, por lo menos. Uffff....

¡¡¡Si es que aquí está todo al revés!!!

miércoles, 7 de febrero de 2007

Diario de un parisino (I)

Pues si. Me encanta París. La ciudad es bonita, los transportes públicos funcionan bien, la comida es buena y si además tienes un local en el que puedes comer, beber, cantar, tocar los timbales y pasarlo del carajo... ¿que más se puede pedir? Pues sí, me gusta París. Pero para venir unos dias nada más, ¡que no veas el fresquito que hace!

Ayer fue un dia bombón. En el avión un bombón rubio de ojos verdes. ¡Vaya azafata!. No sé por qué me vuelven loco las rubias con ojos verdes... Bueno y para colmo ya en "Casa Pepa", nuestra Peña Bética particular en París, el bombón. ¡Vaya camarera que ha contratado el Toni! Si no fuera porque de español sabe lo mismo que yo de francés diría que es cordobesa. ¡Qué ojos... qué boca! ¡Qué Levi's más bien puestos! ¡Y ni siquiera era rubia, ni tenía los ojos verdes! ¡Ni falta que le hacía! Esta noche volveremos... porque nos ha gustado mucho la comida (me refiero a la cena, que siempre hay malpensados...).

Y bueno básicamente ese es el diario del primer día. Llegamos y fuimos a Casa Pepa, bebimos, comimos, bailamos, seguimos comiendo y bebiendo, tocamos un rato los timbales, seguimos bebiendo... Y eso es todo. Una buena y amena cena de negocios a la que se apuntó nuestro compi de Vigo. No pudimos entregar el regalito a nuestro anfitrión habitual en Casa Pepa, Toni, porque está de vacaciones, pero mañana volveremos. Total... nos queda a 10 minutos del hotel... ¡uy, qué potra! ;-)

Clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazón....