18 de octubre de 2007
El día ha sido largo. Todo el día lo hemos empleado en intentar resolver errores en la demo de nuestro proyecto. Poco a poco han ido minimizándose, que no resolviéndose del todo. Al final ha quedado en un estado presentable para la mañana del viernes cuando se acerquen a visitarlo representantes de los distintos ministerios europeos.
Tras el stress del día, por la tarde nos fuimos a dar una vueltecilla por la ciudad antes de buscar un sitio para cenar. Berlín es una ciudad enorme. Ayer Mel nos dijo que en Berlín viven alrededor de cuatro millones de personas. Y también que en Berlín hay alrededor de cuatrocientos mil homosexuales. ¡Joder! ¡El diez por ciento de la población es homosexual! - Como en todo sitios- nos comentó Mel - esa es la proporción mundial - continuó. ¿En serio? - interrogábamos nostros buscando confirmación - Nunca olvidéis la regla del diez por ciento - nos corroboró Mel. Nos impactó esa frase... "no olvides la regla del diez por ciento". Y mira que jodida casualidad, con lo grande que es Berlín, que ni diez por ciento ni leches: ¡nos encontramos con la pica que sostiene la bandera española que todos quisiéramos clavar en Flandes!
Un cachondo el Nachete... hizo ademán de mangar el móvil en una carrera -es una putada que sepáis como me llamo y podáis denunciarme por robaros el móvil- dijo en broma. Un monstruo. No puso ninguna pega en hacerse unas cuantas fotos con nosotros e incluso sugirió que si le llevábamos a nuestras parientas o amigas podría hacer algunas fotos con un toque más artístico :-) El mismo que le pondríamos nosotros si nos presta a alguna compañera de reparto... menudo prenda. En fin, con el triunfo de tener una foto con semejante especímen de la raza humana, nos fuimos al punto de encuentro con el resto de compañeros en la boca de metro de Alexander Platz, vamos, la Plaza de Alejandro para los que no entiendan la lengua de Becquer.
- ¿Gustavo Adolfo?
- No, Boris.
- ¿Izaguirre, el finalista del premio planeta?
- No, Becquer, el finalista de Wimbledon.
- Pues no caigo...
- ¡¡Me cago en los intelectuales!! ¡Coño al que, según una leyenda urbana, se la chupó una guarra, se guardó el semen de la felación y se inseminó luego con él para obligarle a reconocer la paternidad que dicho sea de paso luego le costó una morterá de pasta gansa!
- ¡Ah ya... el tenista!
- ¡Bingo! Ufff... Nunca pensé que el Tomate pudiera haber contribuido tanto a la difusión del deporte...
Pues eso, que tras la foto con Nacho nos reunimos con los compañeros y nos fuimos a un restaurante cercano.
- Disculpe, perdone que le interrumpa... ¿de qué Nacho me habla Ud? ¿Seguimos con el tema deportivo? ¿Nacho Solozábal?
- No hijo no, de Nacho el de la cuarta y mitad de...
- ¿El de la que?
- De Solozábal, hijo, de Solozábal.
Prosigo. Buscamos cerca de Alexander Platz algún restaurante coqueto en el que cenar y al llegar a uno italiano llamado Basi'l, vimos una mesa repleta de hermosas teutonas, así que nos decidimos a entrar. Lástima que no durasen allí ni dos minutos. La comida estuvo bastante bien, de nuevo algo típico del país, pasta, que para eso son el país de la UE con más de eso.
Tras el atracón de pasta nos fuimos en busca de algunos garitos en los que mover el esqueleto y ayudar a digerir el bolo alimenticio. Primero visitamos uno curioso, con pista de baile en planta sótano y zona V.I.P con balcón a la pista de baile. Allí estaba el clon del Yuyu en versión femenina. ¡Que cosa más fea, pisha! También había una rubia mona, bastante buena que estaba ella, pero que bailaba como un pato mareado y mojado en alquitrán. Se movía a espasmos la muy teutona. A algún que otro bávaro le ponían dichos aspavientos y se arrimaban a rozar el cimbel. También un "suizo" se animó a imitarla, bailando con un compás sincopado cualquier tema que se atreviera a poner el pinchadiscos. Divertida escena aquella, digna de haber sido grabada en vídeo.
De ahí, creo recordar que salimos buscando algún otro garito. En la calle nos percatamos de la gran aficción cofrade de las germanas, pues muchas de ellas debían estar ensayando como costalera en algún paso, pues llevaban fajín para proteger los riñones del esfuerzo necesario para las chicotás. Al final llegamos al Kafe Kassheme, un antro curioso e interesante, tenebroso... La entrada costaba dos euros y dentro había una pequeña colonia de españoles presenciando el concierto techno-trance de una ausente germana y su compinche pinchadisco. Tras bebernos la birra volvimos al bar anterior, que ya estaba bastante empetado de gente. De alemanes más que de alemanas. Así que pensamos... ¿Llamamos a Mel y que nos lleve a algún sitio de marcha?
Por suerte o por desgracia, Mel no estaba en Berlín, así que preguntamos a otro taxista por algún disco-pub y nos dijo que el Cookies se ponía bastante bien y que estaba cerca. Nos llevó allí y por la gente que estaba entrando cuando llegábamos sí que debía estar bien, si...
- Are you tourist? - preguntó el portero
- Do you speak english? - le preguntó Pantani.
- Do you have an invitation for tonight? - volvió a preguntar el portero.
- No - respondimos.
- I'm sorry, but you need an invitation. It's a private party.
Bueeeno... pues le echamos unas fotos a la puerta de Brandemburgo que nos cae al lado y nos vamos a dormir, ¿no? Y eso hicimos.
El taxi de vuelta lo llevaba una mujer, Anka, nos dijo que se llamaba. No hablaba nada que no fuera la lengua de Becquer, el tenista. El compañero de Madrid, Melendi, perdió el mechero al introducirse en el taxi, y tras estar buscándolo durante algunos largos segundos bajo el asiento de copiloto, la guantera de la puerta, y otras rendijas... Anka le regaló su mechero.
Al día siguiente Melendi nos enseñó la publicidad impresa en el mechero y que por la nocturnidad de la noche anterior no nos percatamos: DILDOKING. Y es que recuerda... no olvides nunca la regla del diez por ciento.