lunes, 22 de octubre de 2007

Diario de un alemán (II): Nunca olvides la regla del diez por ciento

18 de octubre de 2007

El día ha sido largo. Todo el día lo hemos empleado en intentar resolver errores en la demo de nuestro proyecto. Poco a poco han ido minimizándose, que no resolviéndose del todo. Al final ha quedado en un estado presentable para la mañana del viernes cuando se acerquen a visitarlo representantes de los distintos ministerios europeos.

Tras el stress del día, por la tarde nos fuimos a dar una vueltecilla por la ciudad antes de buscar un sitio para cenar. Berlín es una ciudad enorme. Ayer Mel nos dijo que en Berlín viven alrededor de cuatro millones de personas. Y también que en Berlín hay alrededor de cuatrocientos mil homosexuales. ¡Joder! ¡El diez por ciento de la población es homosexual! - Como en todo sitios- nos comentó Mel - esa es la proporción mundial - continuó. ¿En serio? - interrogábamos nostros buscando confirmación - Nunca olvidéis la regla del diez por ciento - nos corroboró Mel. Nos impactó esa frase... "no olvides la regla del diez por ciento". Y mira que jodida casualidad, con lo grande que es Berlín, que ni diez por ciento ni leches: ¡nos encontramos con la pica que sostiene la bandera española que todos quisiéramos clavar en Flandes!


Un cachondo el Nachete... hizo ademán de mangar el móvil en una carrera -es una putada que sepáis como me llamo y podáis denunciarme por robaros el móvil- dijo en broma. Un monstruo. No puso ninguna pega en hacerse unas cuantas fotos con nosotros e incluso sugirió que si le llevábamos a nuestras parientas o amigas podría hacer algunas fotos con un toque más artístico :-) El mismo que le pondríamos nosotros si nos presta a alguna compañera de reparto... menudo prenda. En fin, con el triunfo de tener una foto con semejante especímen de la raza humana, nos fuimos al punto de encuentro con el resto de compañeros en la boca de metro de Alexander Platz, vamos, la Plaza de Alejandro para los que no entiendan la lengua de Becquer.

- ¿Gustavo Adolfo?

- No, Boris.

- ¿Izaguirre, el finalista del premio planeta?

- No, Becquer, el finalista de Wimbledon.

- Pues no caigo...

- ¡¡Me cago en los intelectuales!! ¡Coño al que, según una leyenda urbana, se la chupó una guarra, se guardó el semen de la felación y se inseminó luego con él para obligarle a reconocer la paternidad que dicho sea de paso luego le costó una morterá de pasta gansa!

- ¡Ah ya... el tenista!

- ¡Bingo! Ufff... Nunca pensé que el Tomate pudiera haber contribuido tanto a la difusión del deporte...


Pues eso, que tras la foto con Nacho nos reunimos con los compañeros y nos fuimos a un restaurante cercano.

- Disculpe, perdone que le interrumpa... ¿de qué Nacho me habla Ud? ¿Seguimos con el tema deportivo? ¿Nacho Solozábal?

- No hijo no, de Nacho el de la cuarta y mitad de...

- ¿El de la que?

- De Solozábal, hijo, de Solozábal.

Prosigo. Buscamos cerca de Alexander Platz algún restaurante coqueto en el que cenar y al llegar a uno italiano llamado Basi'l, vimos una mesa repleta de hermosas teutonas, así que nos decidimos a entrar. Lástima que no durasen allí ni dos minutos. La comida estuvo bastante bien, de nuevo algo típico del país, pasta, que para eso son el país de la UE con más de eso.

Tras el atracón de pasta nos fuimos en busca de algunos garitos en los que mover el esqueleto y ayudar a digerir el bolo alimenticio. Primero visitamos uno curioso, con pista de baile en planta sótano y zona V.I.P con balcón a la pista de baile. Allí estaba el clon del Yuyu en versión femenina. ¡Que cosa más fea, pisha! También había una rubia mona, bastante buena que estaba ella, pero que bailaba como un pato mareado y mojado en alquitrán. Se movía a espasmos la muy teutona. A algún que otro bávaro le ponían dichos aspavientos y se arrimaban a rozar el cimbel. También un "suizo" se animó a imitarla, bailando con un compás sincopado cualquier tema que se atreviera a poner el pinchadiscos. Divertida escena aquella, digna de haber sido grabada en vídeo.

De ahí, creo recordar que salimos buscando algún otro garito. En la calle nos percatamos de la gran aficción cofrade de las germanas, pues muchas de ellas debían estar ensayando como costalera en algún paso, pues llevaban fajín para proteger los riñones del esfuerzo necesario para las chicotás. Al final llegamos al Kafe Kassheme, un antro curioso e interesante, tenebroso... La entrada costaba dos euros y dentro había una pequeña colonia de españoles presenciando el concierto techno-trance de una ausente germana y su compinche pinchadisco. Tras bebernos la birra volvimos al bar anterior, que ya estaba bastante empetado de gente. De alemanes más que de alemanas. Así que pensamos... ¿Llamamos a Mel y que nos lleve a algún sitio de marcha?

Por suerte o por desgracia, Mel no estaba en Berlín, así que preguntamos a otro taxista por algún disco-pub y nos dijo que el Cookies se ponía bastante bien y que estaba cerca. Nos llevó allí y por la gente que estaba entrando cuando llegábamos sí que debía estar bien, si...

- Are you tourist? - preguntó el portero

- Do you speak english? - le preguntó Pantani.

- Do you have an invitation for tonight? - volvió a preguntar el portero.

- No - respondimos.

- I'm sorry, but you need an invitation. It's a private party.

Bueeeno... pues le echamos unas fotos a la puerta de Brandemburgo que nos cae al lado y nos vamos a dormir, ¿no? Y eso hicimos.

El taxi de vuelta lo llevaba una mujer, Anka, nos dijo que se llamaba. No hablaba nada que no fuera la lengua de Becquer, el tenista. El compañero de Madrid, Melendi, perdió el mechero al introducirse en el taxi, y tras estar buscándolo durante algunos largos segundos bajo el asiento de copiloto, la guantera de la puerta, y otras rendijas... Anka le regaló su mechero.

Al día siguiente Melendi nos enseñó la publicidad impresa en el mechero y que por la nocturnidad de la noche anterior no nos percatamos: DILDOKING. Y es que recuerda... no olvides nunca la regla del diez por ciento.

jueves, 18 de octubre de 2007

Diario de un alemán (I): Pues yo tengo una prima en Salamanca

Berlín, 17 de octubre de 2007

No soy yo el que está escribiendo esto pasada la media noche sino mi conciencia. La misma que me dice que si un milagro no lo remedia, dentro de unas horas estaremos vendiendo crecepelo a los calvos y pastelitos a los diabéticos. Porque otra cosa no, pero vender vendemos y cuando nos entra la mala hostia... Y lo de hoy ha sido para defecar sobre los antepasados defenestrados de la madre que dio a luz a Paneque. Por decirlo finamente.

Para empezar la hora intempestiva de la salida del avión nos hizo llegar casi sonámbulos, aunque no hay nada que no se pueda arreglar con un buen almuerzo típico alemán junto a la Puerta de Brandemburgo: spaghetti scampi, mozzarella caprese y cerveza aframbuesada. ¡Toma del frasco Carrasco! En cuanto a la Puerta de Brandemburgo... psss... como la de Alcalá pero en versión teutona. Justo al lado de la misma el Reichstag y en frente de la Puerta, en Berlín Este el Pirulí, y en Berlín Oeste la Torre de la Victoria. ¡Ea! Ya conocemos Berlín, ¡al tajo!


El Reichstag


Pasadas las tres del mediodía nos dirijimos hacia el Berlín Congress Center para montar nuestro puesto itinerante de crecepelos. No tuvimos que ir en busca de ningún paquete, porque éstos estaban pacientemente esperándonos junto a la puerta. Montamos el chiringo, leimos la receta del nuevo crecepelo, seguimos sus instrucciones al pie de la letra con el fin de actualizar nuestra fórmula secreta y... ¡ catacrash!

Primer batacazo. No funciona prácticamente nada de lo que discretamente funcionaba hace quince días en Eindhoven. Si usamos DHCP no nos arranca y si no, de todas formas; al registrar puntos de luz X10 éstos no se publican en el resto de nodos; en lugar de dos cámaras sólo aparece una y captura aleatoriamente de una de las dos webcam sin que podamos deducir cuando lo hace de una o de otra o de ambas a la vez meclando estrepitosamente sus fotogramas en el mismo flujo de vídeo. Para colmo, apenas hay contenidos multimedia. Vamos... ¡un desastre! Confiamos en que todo se solucione en los minutos previos, porque hoy nos fue imposible dar con la fórmula secreta. Sin embargo soy optimista y en un alarde de ello, he bautizado con champán a una de las máquinas: la Chiquitogateway. Nooooo.... no fue que se me derramase la copa de champán en el teclado... no. ¿Que por qué lo de Chiquitogateway? Póngase el lector en situación:

Usuario: - Hágase la luz
Chiquitogateway: - No puedorl, no puedorl, no puedorl...
U: - Que te he disho que enciendas la bombilla.
C: - Esto e uno que vaaaaa y dise... siete cámara güeb vienen de bonaaaanzaaa... un vídeo blanco un vídeo negrooo
U: - Te voy a ahogá en Champán hasta que te salgan burbujas por el fistro.
C: - Jaaaaarrrlll... ¡no me haga guarrerida ehpañola!

Ese es más o menos el proceso a seguir para encender una bombilla con la pasarela residencial.

Tras aceptar por imposible el dar con la tecla, nunca mejor dicho, decidimos llamar a un taxi para que nos llevase a un restaurante dónde comer comida típica berlinesa en un garito que no estuviera enfocado en los turistas. Y así conocimos a Mel, un taxista que conoce a la banda de Enique Ortiz de Landázuri y a Rosendo Mercado, que chapurreaba un poco de español, que ha estado en Málaga y Sevilla. El típico taxista joven alemán: negro, con rastas, hablando un inglés perfecto... El taxista nos llevó al hotel, para coger un chaleco, bajamos y nos llevó a un restaurante típico berlinés. En el camino hacia el restaurante atravesamos un check-point charly repleto de bellísimas berlinesas de mentalidad abierta. Obvia decir la de comentarios que surgieron en el taxi acerca de la belleza extrema de estas solitarias germanas de la acera que, es de imaginar, hubieran salido de algún restaurante dónde cenaban para fumar algún cigarrillo.

Por fin llegamos al restaurante. Un retaurante estupendo, con una carta amplia de platos típicos berlineses, en todos los idiomas: alemán, inglés, italiano, español, francés... Desgraciadamente las camareras no hablaban ni una palabra de otra lengua que no fuera alemán. Pero no estuvo mal, cena contundente y barata, con cerveza autóctona y buenos postres. Terminando de cenar llamamos a Mel para que viniera a recogernos, y nos llevara a alguna zona de marcha, para tomar un par de cañas, bailar... en definitiva conocer la marcha berlinesa que tanta fama tiene. Según Mel, dónde más marcha hay es en la zona de Berlín Este, lo malo según él, es que en la mayoría de garitos te piden entre 30 y 40 euros por la entrada, así que nos llevaría a un garito en el que la entrada era gratis.

Efectivamente, nos llevó a un garito en el que la entrada era gratis. El acojone era general, porque la entrada estaba cerrada y Mel tuvo que llamar al timbre para que abrieran. "Es que a mi me conocen aquí y os puedo facilitar la entrada y que os hagan descuento". ¡Y un carajo! Menudos descuentos... eso sí tampoco quisimos entrar en el juego del regateo, no había mucho interés. Al entrar la decoración era original, multitud de sofás de cuero negro, grandes lámparas de cristales, espejos de grandes dimensiones, todo el piso enmoquetado y... los cubatas ¡¡a treinta euros!! El champán a 450 €, el Chardonay a 330 € y una botellita de vino rosado espumoso 150 €. Y Whiskas. Y claro... dónde hay comida para gatos, hay gatos. Allí conocimos a un "esperpento" de Salamanca, que llegó a Berlín en el 89 con los padres. Hizo bien, porque quedarse en Salamanca sería desprestigiar tan bella ciudad. Tras quince minutejos en aquel antro ya estábamos saturados, no nos gustó la recomendación de nuestro chófer, así que nos fuimos a dormir al hotel. No fue difícil encontrar un taxi en la puerta, puesto que es sitio frecuentado por taxistas, no sabemos si van a comisión o es que hay mucho turista aficcionado al cuidado de felinos. Algo raro debe haber. Cogimos un taxi recién llegado a aquel garito y le indicamos nuestro hotel. Cosa rara que el taxista sólo hablaba danés, que nosotros ni siquiera sabíamos que existía como idioma, y que en principio no sabía dónde quedaba el hotel. Llegamos de puñetero milagro (menos mal que la calle del hotel, Luckenwarder Strasse, es algo fácil de recordar) pero llegamos sanos y salvo.

Y eso es todo por el primer día. Mañana toca reparar entuertos. Aunque claro, tú que lees esto dirás -¡pues yo tengo una prima en Salamanca!- Pues te acompaño en el sentimiento hijo, te acompaño en el sentimiento.

sábado, 6 de octubre de 2007

Diario de un holandés (y II): El efecto demo

Eindhoven, 5 de octubre de 2007

Y sucedió.

El efecto demo se hizo carne y habitó entre nosotros. Lo que no sabemos aún es en quién se encarnó... aunque me lo estoy imaginando.

Fue un rato después de haber montado todo y haber escrito el diario de un holandés (I) cuando Patrick se acercó a ensayar, y nos dimos cuenta que teníamos delante a "El Replicante". El replicante de bombillas para ser más exacto. Cada vez que reiniciábamos, sin saber por qué, las bombillas se duplicaban. Además si veíamos algún vídeo, luego no podíamos ver las fotos, lo de la videoconferencia cutre, cutre... en fin... pánico. Sin embargo aún quedaba la esperanza de que un servidor lo configurase todo "al pelo" antes de la revisión, la misma mañana.

Y la mañana empezó bien, configuré todo y todo funcionaba a las mil maravillas, así que me dediqué a esperar la hora viendo algunos videos. Tras hora y media de perfecto funcionamiento, y apenas 5 minutos antes de la hora H... ¡zas! ¡La primera en la frente. Las pantallas se volvieron negras, no respondían a las teclas... No, no, los PCs no habían comenzado con el ahorro de energía y se habían suspendido, ¡que va! las demás aplicaciones funcionaban, pero nuestra demo no. Ufff... ¡pánico! Reiniciamos la demo. Vamos a ver... en mi PC va todo bien, veamos en el de Javichuela... ¡zas! La segunda en la boca del estómago: el servidor HTTP no encuenta la página que le estoy pidiendo. Tres minutos para que lleguen. Nervios, tembleque, cague... yo me voy de aquí. Vamos a ver, paciencia. Veamos esto de qué puede ser... parece ser que ha dado un problema de falta de memoria. ¿Qué será lo que lo habrá provocado? Bueno yo voy a parar y volver a arrancar la jodida interfaz y vamos a ver si mis sospechas se cumplen... ¡Bingo! Ya funciona. Ufff... que alivio, ahora solo tengo que eliminar las 8 bombillas que me han aparecido por arte de magia y crear una única bombillita. Ayer en el ensayo de la demo, uno de philips dijo que un proyecto creador de bombillas en segundos sería de mucho interés para Philips... ¡que jodido!

Al final durante la revisión lo que falló fue lo que nunca había fallado, la jodida Nokia N770: "Segmentation fault" me decía. ¡Pues yo tengo una prima en Utrera!-que diría alguno que yo conozco. Pero bueno, tras reiniciar todo salió bien. "Don't worry, it's the Demo effect" dijeron algunos. Lo cachondo es que a todos los demás les hizo acto de presencia el efecto demo, especialmente a los anfitriones, a los que les cascó espectacularmente el cacharrito que enseñaban. También a uno le petó el Windows cuando iba a enseñar su plugin de eclipse para desarrollo de aplicaciones web... En fin, un cachondeo.

Lo peor les va a caer a los becarios, porque al parecer uno de los revisores le ha hablado al jefe de una tecnología nueva, que ni corba, ni java, ni python, ni c++, ni c#, ni php, ni perl, ni eiffel, ni ADA, ni lisp, ni prolog, ni na de na... por lo visto la nueva es la caña de españa, y en pocas líneas de código es capaz de implementarte bus asíncrono malva en espiral y una interfaz pseudogenérica más cool que la nuestra, porque además es "evolutiva".

- Interesante. Les remitiré el enlace a nuestros becarios para que vayan consultando el tema que encaja francamente bien con nuestro bisnes -espetó Patrick.

Así que... enhorabuena a los premiados.

jueves, 4 de octubre de 2007

Diario de un holandés (I)

Eindhoven, 4 de Octubre de 2007

En cuanto al viaje de anoche, todo normal. El avión derrapó un poco en el aterrizaje debido al estado húmedo de la pista en Schiphol, pero no pasó a más. Luego recogimos el coche y pusimos rumbo a Eindhoven. En algunos tramos la visibilidad era reducida debido a la espesa niebla, pero nada del otro mundo. Empezamos bien, pues a pesar de no llevar CDs para el coche, conseguimos sintonizar una emisora de rock y blues, y la compañía de Gary Moore, Johny Winter, The Doors, Eric Clapton, ZZ Tops, The Blues Brothers... fue muy amena. Era un buen indicio ese, pensé yo acordándome del pestiño de Simon & Garfukel y los Beatles que me tocó aguantar camino de Lillehammer. Tras una parada intermedia para cenar cerca de Hertogenbosch, llegamos al hotel en Eindhoven a eso de las 12:15 de la noche. Un pelín cutre el hotel, pero para el tiempo que vamos a pasar...

Esto asusta... Anoche todo fue bien y hoy, el dia del ensayo, todo va sobre ruedas. Hemos realizado los cambios que teníamos previsto, hemos reconfigurado todo lo que teníamos que reconfigurar y todo está funcionando. Así que seguramente el efecto demo se producirá mañana, porque eso no falla. Cuando todo va asquerosamente mal en los ensayos, acabas por dejarlo fino, sin saber cómo, pero fino. Sin embargo, cuando todo funciona a la primera y vas todo confiado... ¡échate a temblar! porque a la hora de la verdad se joden las X-Window, o se va la luz y te escoña el disco duro, o el jamito de turno le da al botón que no tiene que darle, o los paquetes se quedan en cá charlie y hay que ir a buscarlos en la furgona del cuñao de un taxista daltónico, o en medio de tu presentación se te escapa un cuesco atronador en medio del más escrupuloso silencio... o yo que sé... se funden los casquetes polares por el cambio climático y se inundan los Países Bajos, ¡yo que sé!. Pero algo pasa, ¡seguro! El efecto demo, que lo llaman. (Por cierto... curioso palabro ese de casquete... mmm... que de connotaciones: casquete, inundar, países bajos... echar un casquete e inundar los Bajos... :-) Que si, que si... que algo pasa mañana... ya veréis)

Así que eso es todo. Por ahora hay tranquilidad mórbida en el frente.