miércoles, 7 de mayo de 2008

Diario de un vasco

Bilbao 07/05/2008

- Joder Patxi, si queda todavía una hora para que salga el avión... voy sobrao de tiempo, joder. Le arreo un pelín al taxi llegamos al aeropuerto en un periquete joder, si lo sabré yo pues.

Y en "optimistic basque-man mode" llegué a Plaza de Cuba a coger un taxi a eso de las 12:10 de la mañana. Y cuando llegamos a los Juzgados, tras llevarnos 5 minutos parados con el semáforo verde le pregunté al taxista:

- ¡Ay la hostia! ¿Por qué hay tanto todo terreno ahí delante, pues?

- Quillo, pareces de bilbao miarma. ¡Por qué va a ser! Los rocieros que salen hoy y mañana.

- Cagon mis muelas... po dale por el carril bus que llego tarde cohone... que me sale el avión en cuarenta minutos.

Y así hizo el hombre, nos metimos por el carril bus, nos saltamos unos cuantos semáforos en púrpura... y llegué al aeropuerto a las 12:45. Veinte minutos antes de la hora de salida de mi avión. Me dirigí al mostrador saltándome la cola con cara de "como me digas algo te mando al rocío de una patada en la boca" y solicité mi tarjeta de embarque.

- El embarque a Bilbao está cerrado señor - me respondió con una sonrisa polar la azafata de Iberia.

- Estoooo... dame mi tarjeta de embarque.

- Que no.

- Que me des mi tarjeta de embarque.

- Que no.

- Ufff... aquí tienes mi DNI. Tengo billete electrónico y quiero mi tarjeta de embarque porque aún faltan 20 minutos para el despegue y me da tiempo.

- Que te he dicho ya que... ¡Oye! ¡Pero si tú eres un BP [1]!

Y yo con cara de niño bueno asintiendo como si supiera lo que es un BP...

- ¡Tenemos un BP que se ha quedado fuera por un par de minutos! Y el sistema ya ha cerrado el embarque - gritaba la azafata al encargado.

- Yo se lo soluciono, decía desde el despacho el encargado.

Tras diez segundos, se acercó a mí el encargado con mi tarjeta de embarque. Hora, 12:45. "Ahora depende de tí" - me dijo - "si llegas al avión antes de que arranque, vuelas, si no, te quedas en tierra y este billete ya está emitido. No te aseguramos nada. Corre".

Joder si corrí... me salté la cola del control de seguridad de la guardia civil, tiré las llaves, las memorias usb, la cartera, la mochila y la maleta en el escanner. Pasé corriendo por arco de seguridad y cuando estaba esperando que salieran las cosas, las llaves y memorias se quedaron atascadas entre los dos rodillos de seguridad, por no haber usado una bandejita de plástico. El guardia tuvo que ayudarme a recogerlas de la cinta del escáner. Perdí una de las memorias, pero ¡que le den!. Seguí corriendo en dirección a la puerta de embarque. "No me pares" le dije a la guardia que se supone tenía que abrirme el portátil y cachearme. No me paró. Yo iba corriendo y miro la tarjeta de embarque: Puerta siete. La penúltima. ¡Bah! son ciento y pico de metros nada más...

Con la lengua fuera llegué al mostrador de embarque.

- ¡Vamos, aligera que aún no ha arrancado! - me decía la chica del mostrador

Conseguí llegar al autobus que me llevó al avión, al que llegué con un ataque de tos que me duró hasta navacerrada. Ni siquiera tener una réplica de la Pataki como azafata me quitó la tos. El hipo si pero la tos... no.

Por fin llegamos a Bilbao y lo primero que hicimos tras dejar los bártulos en el hotel fue irnos a tomar unos cuantos pintxos. Media docena por cabeza para ser exactos. Unos artistas estos vascos en el arte de los pintxos. Chipiron relleno de morcilla, gulas enfundadas en calabacín, queso brie con langostino rebozado, setas con queso fundido, nueces, membrillo y especias, pan con tomate y jamón (este era el más raro). Nos habíamos metido en la taberna que ganó el Segundo Premio de pintxos de 2007, según anunciaba el diploma. Para los que quieran ir, es el Gure Toki, y está bajo los soportales de la Plaza Nueva, en todo el centro del casco viejo de Bilbao.

Y después de los pintxos nos fuimos al Gugenggeim paseando por la orilla de la Ría, y seguimos hasta San Mamés. ¡Vaya campo feo! Está todo forrao de uralita. Más que la catedral parece la chabola. Feo, feo, feo de cojones. Y así pasamos la tarde paseando, de un lado para otro por Bilbao, hasta que ya anochecido regresamos al centro a buscar un buen sitio para cenar. Y encontramos uno bastante apañao. Con sidra a granel. El "menú sidrería" constaba de entrantes a base de choricillos a la sidra, morcilla de arroz y pimientos fritos sobre un lecho de salsa de tomate, tortilla de bacalo, medio kilo de vacuno y postre a base de queso de Idiazábal, queso fresco, dulce de membrillo y una banasta de nueces. ¡Pa habernos matao!

Como sé que estáis pensando "eso hay que verlo" os dejo unos documentos gráficos. Comparad el tamaño del móvil con el del filetito... Por cierto la tortilla era igual de grande...


Un kilo de vaca muerta para dos


Lo mejor fue que al pedirla hubo uno que al saber que el segundo plato era medio kilo de vaca muerta, dijo ¡a comerselo y morir por España! Y me parece que uno hizo mucha gracia.
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[1] BP: Business Partner. Ahí es ná.